viernes, 28 de septiembre de 2007

Una de intolerantes

VICENT MARQUÉS, Levante-EMV, 28/09/2007

Hay que ver la que han liado los del Compromís con el asunto ese de ver quién manda más y los tiene más gordos. Se ve que, por lo que me cuentan, doña Glòria y parte de los comunistas quieren continuar mandando al precio que sea, como en tiempos de Stalin, que también era muy demócrata. Lo hacen, naturalmente, para salvarnos de la tiranía capitalista, que es un horror, en eso llevan toda la razón y no voy a ser yo el que se la quite. Como uno ha visto poco mundo y no ha podido apreciar las bondades comunistas allí donde las había -ni tan sólo recuerdo haber ido a Cuba de vacaciones- pues hablo un poco de oídas, pero parece ser que los rumanos y demás inmigrantes del este que nos invaden recuerdan pocas cosas buenas, aunque aquí tampoco encuentren muchas. Uno cree que esta gente que posee la verdad verdadera, como especie en extinción, debería estar protegida e incluso subvencionada. La Generalitat, en vez de gastarse alegremente la pasta que nos sisa en reconstruir el monasterio ese de no se dónde que son cuatro piedras viejas que están muy bien como están y lo único que van a hacer allí es una mierda como una casa, lo que tendrían que hacer es fotografiar a estos comunistas verdaderos, catalogarlos y exibirlos en algún edificio de Calatrava de los que cuestan huevo y medio, y así, al menos, valdrían para algo, los edificios y los verdaderos sectarios.
Quien ha visto a esta gente en una sede cualquiera del PC entonando La Internacional con el puño en alto sabe lo enternecedor que resulta un espectáculo así, tan cutre y tan conmovedor a la vez. Son fósiles vivientes, que la Consellería de Educación debería repartir por las aulas de secundaria cuando den clases de antropología, para que los alumnos vieran algo más que dibujos y pudieran hablar directamente con la prehistoria. Pero, claro, esos señores tan acicalados que mandan en la conselleria ya tienen bastante con procurar que no falten barracones y salir en la foto de vez en cuando. Algo habría que hacer con ellos, sin embargo, porque es imposible reeducarlos y si nos quedamos sin izquierda, todo el mundo acabará votando a la derecha, que, como son unos pijos de la hostia, conectan muy bien con el personal y al final Valencia acabará siendo una especie de Terra Mítica solo que más ruidosa y llena de gilipollas con iPod i descapotable. Quizás doña Glòria, antes de tomar la Bastilla, podría intentar hacer la revolución dentro del partido, ella que manda tanto, pero para eso debería asistir a unas pocas clases de tolerancia, no muchas tampoco, porque si asiste al curso entero y la aprueban podría ocurrir que los enviara a todos a hacer puñetas y se afiliase a la competencia.