jueves, 26 de julio de 2007

Transfuguismo y pluralidad.

En estos últimos días se habla en los medios de comunicación de la crisis que se vive en el grupo parlamentario del “Compromis” en las Cortes Valencianas con motivo de la substitución de su actual portavoz por otro miembro del grupo. Y en las declaraciones públicas que hacen los partidarios del mantenimiento de la actual situación se hace oír, de manera altisonante, el calificativo de tránsfugas aplicado a dos diputadas de EU que, junto a los dos diputados del BLOC, pretenden el cambio.

La utilización de este término para calificar una postura que, en principio, solo pretende modificar la estructura interna de un grupo parlamentario sin abandonarlo o cambiar sus postulados es una muestra de lenguaje inapropiado que, en realidad, descalifica a quien lo utiliza.

Y ello en mayor medida en el supuesto, como es el caso, de una representación plural en una coalición (Compromis) y en una organización (EU) que se constituyen con una componente esencial de diversidad.

Si en EU las candidaturas son el resultante de un 55% que coloca los primeros lugares (cabeceras de las candidaturas en cada provincia) y de un 45% que coloca los segundos puestos y, a su vez, el “Compromis” es una coalición en la que se intercalan los puestos acordados para el BLOC y otras formaciones, las candidaturas resultantes obedecen a unos criterios de pluralidad que es necesario reconocer, de manera que si en cómputo global de los siete miembros del grupo no hay mayorías absolutas, ni debiera haber métodos absolutistas de funcionamiento, la configuración de mayorías democráticas es perfectamente legitima y correspondiente a la propuesta realizada al electorado que ni se equivoca ni es desconecedor de la situación de la formación política a la que vota.

Cada día con más asiduidad se producen estas situaciones en los parlamentos de muchas democracias por la profusión de coaliciones electorales (Italia, Gran Bretaña, Bélgica,..) y se asumen con naturalidad entendiendo que la gestión de la diversidad ha de ser una premisa asumida frente al “ordeno y mando” que reniega de los valores del dialogo y del consenso como fórmulas de entendimiento.

No son buenos los desencuentros y seria deseable que la pluralidad innegable fuera compatible con el consenso y los acuerdos globales pero las descalificaciones seguro que no ayudan a el reencuentro y, sin ninguna duda en este caso, el término transfuguismo es totalmente inaplicable a la situación que nos ocupa.

Juan Aguilar
Licenciado en Derecho y Ciencias Políticas

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