Projecte Obert no votará porque ve ilegal la expulsión de diputadas

Projecte Obert rechazará las normas de la asamblea en el consell nacional

Francesc Arabí, Valencia, Levante-EMV, 14/09/2007

La tercera pata del conflicto interno que mantienen en Esquerra Unida es el sector denominado Projecte Obert, que lidera el ex portavoz parlamentario y ex líder de Esquerra Unida, Joan Ribó, y que presentó a Josep Bort como candidato en la última asamblea. Integrado básicamente por los llamados moderados del PCPV, han mantenido una posición de enfrentamiento con la dirección de EU, a cuyo frente está Glòria Marcos. Pero, al contrario que Esquerra i País -que admite que si no se les permite estar en Esquerra Unida con su nuevo partido, Iniciativa, y se expulsa mañana a sus diputadas, no tendrán más remedio que irse- los integrantes de este sector se muestran mucho más reacios a buscarse la vida política fuera de la organización. Aunque tampoco quieren quedarse solos. Mañana, en la reunión del consell nacional en la que se decidirá la expulsión de la portavoz parlamentaria, Mònica Oltra, y Mireia Mollà, los representantes de Projecte Obert ni siquiera tomarán parte en la votación. Entienden, subrayó un portavoz de esta corriente, que ese proceso es «absolutamente ilegal».
Sí participarán y muy activamente en el debate sobre las normas de la asamblea de EU, prevista para el 17 de noviembre. El consell polític del partido decidió que todos aquellos cargos públicos o militantes que mantuvieran deudas con la organización serán excluidos del proceso. Para Projecte Obert, esta es una medida tan «ilegal» y «antiestatutaria» como la otra, dicen, porque se está acusando de morosos a personas que no han pagado, por ejemplo, una cuota extraordinaria de derrama.
En todo caso, desde Projecte Obert apuntan su voluntad de ejercer de «cascos azules» para intentar evitar que ocurra lo previsible: la escisión de Iniciativa pel Poble Valencià de EU. Aseguran que están en línea con las posiciones de Llamazares, quien hace un tiempo ya expresó públicamente la necesidad de que se imponga el diálogo y la sangre no llegue al río. Algo que parece inevitable porque no hay tiempo ni ganas de impedirlo.